Obesidad intrabdominal (visceral) (exceso de grasa en la
cavidad abdominal) está estrechamente vinculada con problemas de azúcar en
sangre y de lípidos que aumentan el riesgo de diabetes tipo 2 y enfermedad
coronaria. En comparación con las personas de peso normal o sujetos obesos con
niveles bajos de grasa intra-abdominal, los pacientes obesos con grandes
cantidades de grasa intrabdominal se caracterizan por hipertensión arterial,
dislipidemia aterogénica (triglicéridos elevados y bajos niveles de colesterol
bueno HDL), alteración de la glucosa homeostasis-insulina (glucosa en sangre
elevada y un estado de resistencia a la insulina), y un componente inflamatorio
y pro-trombótico (tendencia a formar coágulos en la sangre, lo que impide el
flujo de sangre) . Varios estudios han demostrado que un exceso de grasa
intrabdominal aumenta el riesgo de diabetes tipo 2. El desarrollo de
sofisticadas técnicas de imagen ha permitido medir y distinguir intrabdominal
de la grasa subcutánea (la grasa localizada justo debajo de la piel) con
precisión. Estas técnicas de imagen no invasivas también han permitido a los
investigadores a concluir que, a diferencia de la grasa intra-abdominal, la
grasa subcutánea raramente se asocia con complicaciones metabólicas. No está
claro qué factores influyen en que la grasa de la dieta se almacena debajo de
la piel o en la cavidad abdominal. Variables como la edad, el género, la
menopausia y la raza etnica toda influencia donde se almacena la grasa.
Se ha propuesto que el exceso de grasa intrabdominal puede
indicar que el tejido adiposo subcutáneo de un individuo no es capaz de servir
como un "sumidero de energía" para un excedente de calorías
resultante de la ingesta de energía en exceso y / o la reducción del gasto de
energía. Esta incapacidad puede causar la acumulación de grasa en lugares no
deseados, un fenómeno que ha sido descrito como la deposición de grasa
ectópica. Por lo tanto, el exceso de grasa intrabdominal puede ser una
"luz roja" o señal de advertencia de que el exceso de energía se
almacena en forma de grasa en lugares inusuales, aumentando el riesgo de
diabetes y enfermedades cardiovasculares.